Pierre es un hombre sencillo, que no simple. De mirada profunda y ojos azules. Expresivos e inquietos. Sus manos trabajadas y su piel curtida por el sol no le restan un ápice de atractivo. De porte elegante. Viste con ropa manida por el paso del tiempo. Trabajada. Irradia sabiduría. Experiencia. Honestidad. Y sobre todo, dignidad.
Descubriendo a Pierre
Son las 14:30 de un domingo soleado de agosto en Auvernia. Estamos en el corazón de Francia. En el Macizo central. Llegamos movidos por la curiosidad. Descifrar, conocer y compartir una copa de vino con el mismísimo Pierre BEAUGER. Un genio de los vinos naturales. Tras un largo viaje por las carreteras de Auvernia, llegamos a Montaigut le Blanc. Dejamos el coche en la parte baja del pueblo. No hemos concertado una visita con Pierre porque quizás no nos hubiese atendido. O quizás sí. Pero preferimos el cara a cara. La sorpresa.

Pierre mostrándonos su viña
Tras escalar por las empinadas calles de Montaigut bajo un sol abrasador, conseguimos llegar a la casa de Pierre. Un lugar discreto. Sin placas ni muestras de su reconocido talento. Le preguntamos a un vecino y nos señala la puerta. Entramos. Hay una pequeña mesa en el porche y la puerta entreabierta y su hija nos mira desde dentro. Aparece Pierre. Con paso firme y decidido se acerca a nosotros con una innegable curiosidad.
Es domingo y los domingos no se debería trabajar, pensamos hacia nuestros adentros. Para un tipo como Pierre un domingo es un día más de la semana. Su viña no entiende de festivos y necesita atención permanente. Es su trabajo. La viña forma parte ya de su familia. Son 1,5 ha de viñedo situadas a 5 km de Montaigut. Cuidada. Empinada. Simple y bella.
Pierre nos monta en la parte trasera de su camioneta y nos pregunta si vamos bien de tiempo. Qué gran lujo hoy en día, disponer de tiempo. Sonreímos porque ya nos habíamos olvidado que lo teníamos. Hacemos una parada. Tenemos una misión. Cortar ramas frescas para “Pascal”, el nuevo trabajador que Pierre ha contratado a jornada completa.
Son las 16. Llegamos a la viña. Conocemos a Pascal, un buey rollizo de considerables dimensiones. Descargamos el cargamento de comida y desaparece en un abrir y cerrar de ojos. Parece que tenía hambre. Es su nuevo ayudante y alimentarlo es esencial para que cumpla con sus labores de buen grado.

Racimo de Pinot Gris
Dejamos atrás a Pascal para subir por una empinada ladera hasta llegar a la primera línea de cepas. Ahí está su pinot gris, unas cepas plantadas entre 2009 y 2011. Las hojas muestran un verdor resplandeciente. Se nota que están sin tratamientos. Libres de intervención. Y sanas. El rendimiento es muy bajo. Cuesta encontrar los racimos. Aunque la pinta es extraordinaria.
Pierre sólo trabaja monovarietales. Además de pinot gris, cultiva syrah, pinot noir, sauvignon blanc y chardonnay. Sus vinos son directos, emocionantes, limpios y sinceros. Expresan con absoluta precisión la variedad adaptada al terreno. Muestran su Auvernia más delicada, fina y elegante. Se trata de un territorio poco intervenido que aún conserva la magia de lo primitivo. Donde los insectos campan a sus anchas. Donde Pascal mece sus lomos con total libertad. Un mundo en el que Pierre y los suyos conviven en armonía y equilibrio. Al margen del mercado. De los vaivenes de los precios. De las locuras del mundo hostil que le rodea. Tan próximo y lejano. La simplicidad de una mirada honesta en un entorno complejo.

La viña de Pierre
Comentarios recientes